Celebración de la Vida Consagrada en Cádiz

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El lunes 2 de febrero, festividad de la Presentación del Señor, en la Catedral de Cádiz, celebramos la Jornada Mundial de la Vida Consagrada. Presidió la Eucaristía el obispo de la Diócesis de Cádiz y Ceuta, Mons. Rafael Zornoza Boy, acompañado por una docena de sacerdotes religiosos y diocesanos.

Tuvo esta celebración un brillo especial al coincidir con el Año con el Año de la Vida Consagrada y con el Año Jubilar Teresiano. La Vida Religiosa es un tesoro, un regalo para la Iglesia, a la vez que una oportunidad para la Evangelización

Bajo el lema “Amigos fuertes de Dios”, la jornada se celebró en un contexto muy especial, con la asistencia de más de 150 religiosos y religiosas, que presentaban una gran variedad de carismas, regalo del Espíritu al servicio de los hombres y de la Iglesia. Mons. Zornoza calificó este día como “el día de la iluminación, de la entrada de Cristo en el mundo. La luz de Él ilumina a los hombres, y nosotros queremos dejarnos iluminar para ser más auténticos”.

El obispo diocesano aseguró que celebrarla en el día de la Candelaria es un acierto “porque nos muestra la radicalidad de la venida de Cristo. Nosotros hoy también vivimos los pasos que nos ofrece el Evangelio unidos a Cristo. En este sentido, el prelado destacó el valor que la Iglesia da a los religiosos y religiosas: “Hoy la vida consagrada es portadora de un gran tesoro. Estamos llamados a renovar nuestra consagración para que seamos capaces de lanzarnos de nuevo a la misión”.

Tras la homilía, los miembros de la Institutos de Vida Consagrada renovaron su consagración en el seguimiento de Cristo y en la misión evangelizadora de la Iglesia que nos empuja a hacernos presentes y a llevar el Evangelio a todos los rincones de la tierra con una solicitud espacial, según el Papa Francisco, por las periferias existenciales.

Terminamos nuestra celebración recordando que tenemos que vivir alegres esperanzados nuestra amistad auténtica con el Señor, en una profunda intimidad con él. Como María hemos elegido la Mejor parte, el Señor; y claro es que “a quien Dios tiene, nada le falta, solo Dios basta”.

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