2015-05-17 Radio Vaticana
(RV).- En el marco del Año dedicado a la Vida Consagrada el sábado 16 de mayo el Papa Francisco tuvo un caluroso encuentro con miles de religiosos y religiosas de la diócesis de Roma, representantes de los más de 25 mil presentes en el territorio de esta capital. Fue en medio de un ambiente de fiesta vivido en el Aula Pablo VI del Vaticano que el Papa respondió a algunas preguntas, reflexionando sobre aspectos de la vida comunitaria y apostólica. Francisco invitó a las monjas a tener las «antenas alzadas» para captar las necesidades de los otros y a los obispos a ser capaces de crear armonía en las diócesis. Hoy, más que nunca, notó «se necesita tener siempre paciencia y saber perdonar sin criticas». El modelo que hay que seguir, señaló el Obispo de Roma «es el de la madre que no ‘expulsa’ a sus hijos, de lo contrario es una madastra». A lo largo de su intervención, respondiendo sobre el concepto de fiesta cristiana, el Papa precisó que no se debe interpretar como «ruido», sino como una «categoría teológica» o sea la alegría de recordar -como subraya el Deuteronomio- lo que el Señor ha hecho por nosotros. Hablando también del riesgo de que parroquias y congregaciones religiosas entren en competencia, Francisco se refirió a la tarea del obispo, quien «no debe usar a los religiosos como ‘tapahuecos’ así como los religiosos ‘no tienen que usar al obispo como si fuese el dueño de una empresa que da trabajo’ «. Mencionando el Año Santo de la Misericordia, que comenzará el próximo 8 de diciembre, el Pontifice invitó a todos una vez más a «testimoniar la misericordia». Particularmente a las monjas el Papa dijo que deben estar siempre «con la sonrisa en los labios» , con el corazón lleno de amor como el de una mamá; con el justo equilibrio entre el espíritu y lo concreto, sin estar demasiado en las nubes, sino con los pies en la tierra, para escuchar el mundanal ruido y las necesidades de los hermanos. «Una monja de clausura -observó- no puede ser una mujer excluida del mundo, porque la vocación no es un refugio. Es más, debe estar siempre en tensión: con las antenas alzadas para captar las necesidades de los demás». Por ello, advirtió, «es necesario también informarse y mantener el contacto directo con la gente que toca la puerta de los monasterios. El servicio a los hermanos debe ser hecho con la sonrisa en los labios, porque a una monja que no sonríe le falta algo». Al recordarles que «son el ícono de la Iglesia y de la Virgen», Francisco invitó a las monjas a rezar por los obispos y sacerdotes, siguiendo el ejemplo de Santa Teresa del Niño Jesús.
(RC-RV)
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